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El Árbol que daba vida



Había una vez en una villa cerca de la ciudad, un grupo de cincuenta árboles los cuales eran el hogar de una aldea conformada por duendes, quienes tenían solo un propósito en su vida, cuidar el árbol más bello y viejo del grupo, este era el encargado de mantener la tierra a flote.


Este árbol guardaba un gran secreto, por debajo se extendían sus raíces por el centro de la tierra, y estaba conectado a toda la vegetación del mundo.


Al otro lado de la ciudad vivía Carlos un joven de dieciséis años, le encantaba estar solo o bueno su única compañía era su reproductor de música. El papá de Carlos, Peter, era un gran inversionista y reconocido arquitecto de la ciudad, él fue el arquitecto de casi todos los edificios que se encontraban alrededor de la villa.


Los duendes siempre habían mantenido el equilibrio y la verdad entre ellos y los humanos, por eso muchísimos años atrás acordaron con los humanos que su villa jamás seria tocada por la deforestación o edificios, por eso se creó la junta por el bien común, la cual era liderada por el duende más viejo y sabio, por el presidente, el papá de Carlos y su consejero. Solo estas personas sabían de la existencia de la aldea y dicho árbol.


Un día Carlos recibe la noticia de que se mudarán de casa ya que su padre tiene un proyecto nuevo, él recibe esta noticia con calma puesto que ya estaba acostumbrado a mudarse seguido. A la semana siguiente ya se encontraban en un lujoso apartamento con vista a una hermosa villa, lo que el joven no sabía era el secreto que guardaba ese árbol y su padre.


Esa misma noche Carlos salió de su apartamento, buscando un espacio tranquilo lejos de todo. Sin permiso de su padre se dirigió a la villa, ya estaba oscuro así que para él no fue difícil observar una tenue pero muy consistente luz saliendo de uno de los árboles de esta villa, sin dudar Carlos se acercó y no le falto mirar dos veces para detallar lo que se encontraba en medio de las ramas; eran veinte criaturas extrañas, que irradiaban luz, estaban bailando, jugando y celebrando, este momento no duro mucho pues el celular de Carlos sonó y del susto salió corriendo con el miedo de ser visto por alguna de estas criaturas.


Al entrar a su apartamento, Carlos encontró a su papá esperándolo en la sala, inmediatamente Peter llamó su atención desesperadamente ya que él no quería que su hijo se enterara lo que ocultaba la villa. Carlos confundido por lo que había visto y

aturdido por el regaño de su padre, dejo sus cosas en la mesa de la sala y se dirigió

corriendo hacia su habitación. Después de pasar dos horas pensando en lo que había visto, decidió olvidarlo y concentrarse en su música, buscó su reproductor en la habitación, pero recordó que lo dejó en la sala, bajó inmediatamente se dirigió a la sala,

pasando por la sala de junta de su padre donde estaba teniendo una importante reunión nocturna.

Carlos pasaba por ahí y un gran grito lo detuvo: ¡No podemos hacer eso! Inmediatamente el joven se acercó a la puerta y silenciosamente se quedó escuchando. La junta que estaban teniendo era sobre la villa, el consejero de su padre insistía en destruir la villa pues argumentaba que los duendes estaban mintiendo y que ese árbol en realidad no era lo que ellos decían y que construir en ese terreno sería una inversión muy buena para la economía de la ciudad la cual traería grandes beneficios, el padre de Carlos no lo pensó dos veces y decidió que al día siguiente iban a empezar a construir.

Carlos obtuvo respuestas que no estaba buscando y aunque no sabía muy bien como, decidió impedir la destrucción de esa villa. Quiso salir del apartamento para alertarle a los duendes de lo que sucedería, pero fue muy tarde, Peter se dio cuenta de que su hijo había escuchado su conversación y como conocía muy bien a su hijo sabía que él iba a actuar pensando en el bien de esas criaturas, Peter no dejo salir a Carlos, lo llevó hacia su habitación y lo encerró diciéndole que él no sabía lo que en verdad sucedía y que si él iba a construir en ese terreno era para el bien de los dos, no diciendo más Peter dejó a Carlos encerrado y se retiró a seguir su junta.


Carlos se quedó en una esquina de su cuarto sin saber qué hacer, no podía creer lo que su padre estaba haciendo, minutos después vio una luz saliendo de su mochila, era una luz similar a la que había visto en la villa, de repente salió disparada una pequeña criatura revoloteando por toda su habitación, era un pequeño duende que había visto al joven cuando visitó la villa, era un duende curioso pero tímido, al ver a Carlos en su celebración no dudo en seguirlo para investigar más de él, inmediatamente se llevaron bien, el joven le contó lo sucedido al duende.


El pequeño duende le dijo que abriera la ventana y se tirara por ahí, lo cual era una idea difícil de entender ya que se encontraban en un piso número 21, el duende le dijo que confiara en él, Carlos se puso de espalda a la ventana cerró los ojos y se dejó caer, sintió un gran vacío y miedo, pero solo tuvo que confiar y al instante estaba volando junto a el pequeño duende. Podía ver toda la ciudad desde lo alto, nunca había sentido tanta paz y adrenalina junta.


Llegaron a la villa y Carlos les contó lo que estaba sucediendo a todos los duendes, el duende mayor le contó toda la historia del árbol, pero aún seguían sin saber que iban a

hacer para evitar esto. No podían luchar ya que eran criaturas compasivas, pero tampoco podían dejar que destruyeran el árbol ya que su vida era protegerlo, los humanos no sabían lo que iba a pasar si este árbol se destruía o bueno su avaricia era más grande que sus creencias.


Carlos se dirigió a su apartamento quiso hacer entrar en razón a su padre, pero no lo logro, las indicaciones del duende fueron que el joven intentara una última vez convencer a su padre y que si no lo lograba se dirigiera en la mañana a la villa y llevara solo sus cosas necesarias. A la mañana siguiente Carlos hizo justo lo que el duende le indicó, se puso sobre una de las ramas del árbol viejo y tristemente fue viendo como el árbol se soltaba de sus raíces hacia el espacio, fue una imagen desgarradora pues tuvo que dejar a su padre, mientras Carlos y la aldea salían de la atmósfera, la tierra se destruía parte por parte, una tierra segada por la ambición, por la decisión de unas pocas personas todo el mundo pago las consecuencias y este proceso se repitió una y otra vez por todas las galaxias del universo, una y otra vez con los mismos errores.


Gimnasio Santander

María José Palomino

Grado noveno

Temática: Fantasía


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